Encontrada la vocación perdida

Por mucha vocación que un periodista tenga, se te caen los palos del sombrajo cuando te mandan a una rueda de prensa de un concurso de salto de comba en el pueblo más recóndito de la geografía provincial o cuando un politicucho llega tarde o cuando un capullo de prensa te dice: “¿por qué no le preguntas a … por el plan parcial del PGOU de la leche?”(creo que era por eso por lo que me dijeron una vez que preguntara pero, como ya hace tanto tiempo, he olvidado las historias interminables de los PGOUS de la leche).

Y ya cuando saltas al lado oscuro y tienes que inventar noticias que vendan al más puro estilo mercadillo de barrio (al leuro, al leuroooo) llegas al punto de renegar de la profesión.

Pero, de repente, alguien que eligió no ser maestra ni educadora social de profesión porque como cristiana entendía que no debía cobrar nunca por dedicar su tiempo a los demás, encuentra su vocación perdida.

El programa en cuestión se llama Mots Croisés y se trata de un programa de radio intergeneracional en el que niños de un centro cívico elaboran preguntas sobre recetas, recuerdos del colegio, canciones de infancia, innovaciones eléctricas … para planteárselas a abuelitos de un asilo.

Por la mañana, en un improvisado taller de radio, los niños aprenden qué es una pregunta abierta o cerrada, cómo sostener el micro, cómo articular, la manera de redactar las preguntas y en definitiva, los conceptos básicos de la radio.

Durante el après midi, los pequeños, con sus gorras y mochilas pasan un ratito con los “papis et mamis” del centro de ancianos, micrófono en mano, para plantearles las preguntas que ellos mismos han preparado.

La sensación de felicidad que se respira en las residencias de ancianos es indescriptible. Entre lágrimas unos cuentan que no han ido al colegio porque en la guerra (segunda guerra mundial) no podían salir de sus casas. Comían pan con chocolate. Cantaban la Marsellesa.

Los niños, boquiabiertos de que los abuelos no sepan lo que es una Play Station ni un Ipad, aprenden historia de Francia con más retentiva que en una lección magistral. Los mayores son la historia viva. No hace falta ni saber leer ni escribir para aprender con ellos, para aprender de ellos.

Y todo eso, bajo un medio de comunicación como la radio. Claro que en Francia las empresas se interesan por la financiación de los proyectos sociales y educativos. Aunque sea en una radio libre, sin publicidad ni opción política definida. C´est la France….

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